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Puerta de Alcalá. Madrid, 2020 ©ReviveMadrid

Puerta de Alcalá. Madrid, 2020 ©ReviveMadrid

La puerta de Alcalá, símbolo e icono de madrid

La puerta de una casa nos transmite, a primera vista, mucha información sobre el interior de la misma… si es segura… si es amplia… si es limpia… si es hermosa… Cuando Carlos III accedió por primera vez a Madrid percibió más bien todo lo contrario, desorden, pobreza, suciedad y delincuencia, motivo por el cual planificó una serie de cambios, empezando por la construcción de una puerta monumental a la altura una villa moderna: la Puerta de Alcalá.

Madrid, en origen, contaba con numerosas puertas de acceso a través de su muralla. En sus cinco puertas principales se realizaba el cobro de los impuestos a quien accedía a la Villa: la puerta de Segovia, Guadalajara, Atocha, Toledo, Bilbao y Alcalá.

Durante la epidemia de peste ocurrida en Madrid en 1580 ya existía una puerta como punto de cierre a la población en su camino hacia Alcalá de Henares. Originalmente se encontraba en el cruce de la Calle Barquillo con Alcalá y era conocida como “Puerta de la Peste de la calle de Alcalá”.

En 1599 se adelantó su posición para celebrar la entrada en la ciudad de la mujer de Felipe III, Margarita de Austria. Esta segunda puerta se ubicó a la altura del cruce de la Calle Alcalá con Alfonso XI.

El 9 de diciembre de 1759, Carlos III entraba en Madrid, procedente de Nápoles para suceder en el trono a su hermano, el fallecido Fernando VI. Accedió por la antigua Puerta de Alcalá y, cuando lo hizo, le sorprendió para mal el estado de la Villa. Lo primero que le vino a la cabeza fue el intenso lavado de cara que necesitaba su nueva ciudad.

Conocido como “el mejor alcalde de Madrid”, Carlos III aplicó una serie de reformas urbanas que le dieron a la capital un nuevo brillo. Una de aquellas medidas fue mejorar el acceso por el que él llegó a Madrid, la citada Puerta de Alcalá, derribando la anterior y construyendo una nueva, solemne y espectacular.

Presentaron proyectos los arquitectos Ventura Rodríguez, José de Hermosilla y Francisco Sabatini. El rey eligió el proyecto del italiano porque su propuesta rompía el concepto de puerta como parte de una muralla, para recuperar el concepto monumental de arco romano.

Sabatini consiguió plasmar en su proyecto un equilibrio de proporciones entre las partes y el conjunto… entre lo puramente arquitectónico y lo simbólico. La propuesta final del arquitecto italiano fue extraordinaria.

Como es habitual en las puertas de entrada a una ciudad, sus dos fachadas son distintas y su ornamentación está condicionada por una doble mirada: desde la ciudad y desde el exterior.

La decoración de la cara que mira al centro de la ciudad fue obra del escultor Roberto Michel, con motivos que ensalzan los triunfos del rey: trofeos militares, cabezas de león, cornucopias sobre los laterales y guirnaldas de flores y frutas.

Francisco Gutiérrez realizó la decoración del lado exterior, a base de figuras de querubines que se recortan sobre el cielo, representado a las cuatro virtudes cardinales, Prudencia, Justicia, Templanza y Fortaleza… virtudes asociadas a la Corte española.

La nueva puerta monumental, de 20 metros de altura, se inauguró en 1778 como auténtica puerta y acceso de Madrid, encargada de dar la bienvenida a los visitantes que llegasen de lugares como Cataluña, Aragón o Francia. Hacía diecinueve años que Carlos III había cruzado aquella puerta para entrar en su ciudad natal procedente de Nápoles.

El gran mérito de este monumento radicó en ser el primer arco del triunfo moderno levantado en Europa tras la caída del Imperio Romano, previo a otros tan destacados como el Arco del Triunfo de París o la Puerta de Brandemburgo de Berlín.

A ambos lados de la misma seguía existiendo la cerca de Felipe IV que delimitaba la ciudad y tenía unas verjas de hierro que se cerraban a las diez de la noche en invierno y a las once en verano. Tras este horario, y sólo en caso necesario, un retén de portazgueros permitía el paso.

En 1869 se decidió derribar la cerca que rodeaba Madrid, casi un siglo después de construida la Puerta de Alcalá, y fue entonces cuando se construyó la Plaza de la Independencia, en cuyo centro se ubica desde entonces el monumento.

Parte activa de la Historia moderna de la ciudad de Madrid, la Puerta mantiene cicatrices de enfrentamientos que dejaron huellas en su epidermis en forma de orificios de bala: desde los enfrentamientos del 2 de mayo de 1808, pasando por la entrada de las tropas francesas de los Cien Mil Hijos de San Luis en 1823, el atentado contra el vehículo del presidente Eduardo Dato en 1921, o el fuego cruzado durante el asedio de Madrid en plena Guerra Civil española.

Símbolo de la ciudad de Madrid, fotografiada y tarareada hasta la saciedad, nuestra Puerta de Alcalá es, en realidad, una puerta abierta a la Historia de España.

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Así es que será un monumento superior a los romanos, y de eterna memoria de Su Majestad
— Pedro Pablo Abarca de Bolea y Ximenez de Urrea, X conde de Aranda


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