Al filo de la noticia
Hotel Florida, hogar de corresponsales
¿Imaginas cómo debe ser narrar una guerra? Reporteros, fotógrafos, corresponsales… se juegan la vida para que el mundo esté informado. Testigos de injusticias, dramas y muertes, contadas desde el punto de vista más íntimo de una cámara o de una pluma. Durante la Guerra Civil española, los corresponsales más importantes de la época se reunieron en uno de los hoteles míticos de la capital, el antiguo Hotel Florida.
Proyectado por el arquitecto Antonio Palacios, autor de edificios emblema de la capital como el Círculo de Bellas Artes o el Palacio de Correos, el gran Hotel Florida se inauguró en 1924. Ubicado en la Plaza de Callao, pronto se convirtió en espacio referente para las letras españolas. Eran habituales los banquetes literarios, Federico García Lorca representó muchas de sus obras en sus salones y Miguel de Unamuno se hospedaba allí a menudo. Aunque no llegaba a la categoría del Palace o el Ritz, el Florida era uno de los alojamientos más exclusivos de Madrid.
Pero fue durante la Guerra Civil y el asedio a Madrid cuando el Hotel Florida se convirtió en una de las primeras estancias de los corresponsales de guerra de la historia, como luego lo serían en conflictos más recientes el Saint Georges de Argel, el Continental Palace de Saigon, el Commodore de Beirut, el Palestine de Bagdad o el Holiday Inn de Sarajevo.
El Florida era uno de los pocos sitios de Madrid donde se podía comer y beber sin restricciones, a pesar de la hambruna que sufría la ciudad. Los hoteles Palace y Ritz, por su parte, se convirtieron en hospitales de campaña durante la contienda.
La Guerra Civil española era noticia en todo el mundo y, en 1937, los corresponsales de los medios más destacados se encontraban en Madrid para cubrir el conflicto. Por las habitaciones del Florida pasaron Antoine de Saint-Exupéry, John Dos Passos, Robert Cappa, Gerda Taro, Josephine Herbst, Lillian Hellman, André Malraux, Henry Buckley, Nicolás Guillén o Pablo Neruda entre otros. Ernest Hemingway escribió desde una de sus habitaciones su obra La quinta columna.
Muchos de ellos llegaron a España defendiendo sus ideales políticos. Creían en la libertad de la República y se posicionaron en contra de los Gobiernos fascistas de Alemania e Italia, que apoyaban al bando nacional. Sin embargo, otros vieron una oportunidad para relanzar sus carreras profesionales, buscando material emocionante sobre el que escribir o realizando fotografías contra el fascismo que esperaban poder vender. Esa mezcla de idealismo y ambición profesional distorsionó la manera en la que trabajaron y retrataron la guerra.
La Guerra Civil supuso un avance determinante en la forma de narrar los conflictos bélicos: las nuevas cámaras fotográficas compactas y ligeras permitieron por primera vez llevar el equipo al frente, los aparición de los collages en los periódicos ayudó al desarrollo del periodismo activista, surgieron los noticiarios filmados que se proyectaban en los cines con una audiencia gigantesca garantizada… El periodismo alcanzó en la Guerra Civil una inmediatez y una intimidad nunca vistas hasta entonces.
Los reporteros solían subir a la azotea del hotel para ver a las tropas rebeldes avanzar desde la Ciudad Universitaria. Tras escribir sus historias, marchaban al edificio de Telefónica, por aquel entonces sede de la Oficina de Prensa Extranjera de la República, para enviarlas a sus respectivos periódicos. En las mesas de este hotel se escribieron muchas de las crónicas que serían portada de los periódicos más importantes del mundo.
En el Florida resultaba imposible dormir a causa de los bombardeos que cada día alcanzaban la Gran Vía, más conocida en aquel momento como avenida de los obuses o avenida del 15 y medio, en alusión al calibre de las bombas. El edificio recibía con frecuencia recibía el impacto de los proyectiles del ejército rebelde emplazado en el cerro Garabitas, el punto más alto de la Casa de Campo.
En esos momentos dentro del hotel cundía el pánico. Hombres y mujeres a medio vestir huían precipitadamente con sus maletas y colchones a las habitaciones traseras, prostitutas, camareros y personal del hotel no sabían si reír o llorar…
Al igual que otros negocios cercanos, como el Bar Chicote, el Hotel Florida sobrevivió a la crueldad de la guerra. Fue rehabilitado y estuvo operativo en los años 40 y 50. Su decadencia fue la misma que sufrió todo el país, sumergido en la posguerra. Fue derribado en 1964 y en su lugar se construyeron unos grandes almacenes, Galerías Preciados, posteriormente adquiridos por El Corte Inglés que aún hoy permanece.
El Florida es uno de los edificios más recordados de la arquitectura perdida de Madrid, repleto de Historia y anécdotas que conforman la memoria de la capital. Una muestra más de que el patrimonio cultural puede resistir bombardeos… pero en la mayoría de los casos no sobrevive a la especulación inmobiliaria.