Una pizca de hogar
Casa de Calderón de la Barca. Madrid. 2018 ©ReviveMadrid
la “casa estrecha” de calderón de la barca
En ocasiones el ajetreo cotidiano nos impide apreciar que día a día convivimos con tesoros de la Historia, como esta casa, situada en el número 61 de la Calle Mayor de Madrid, en la que vivió Pedro Calderón de la Barca desde 1663 hasta su muerte en 1681.
El dramaturgo madrileño se instaló en este edificio tras ser nombrado capellán de honor de Felipe IV, de acuerdo a su rango y prestigio, ya que la Calle Mayor era la vía principal de la villa en aquel entonces. El tramo donde se sitúa la casa se denominaba Calle de Las Platerías, porque en ella abundaban estos establecimientos. La vivienda era conocida como “la casa estrecha”, debido a sus reducidas dimensiones, con una fachada de 4 metros y 36 centímetros, lo cual respondía a la especulación inmobiliaria y a la escasez de suelo existente en el Madrid del siglo XVII.
La casa pertenecía a la capellanía de la capilla de San José de la desaparecida iglesia del Salvador, cuyo patronato había sido fundado por la abuela materna de Calderón. Esta, empeñada en que alguno de sus descendientes se hiciera cargo de la capellanía, mandó en su testamento que junto con la capellanía se incluyera el derecho a disfrutar de esta vivienda. Su nieto Pedro, nuestro protagonista, aceptó la capellanía y por tanto esta casa, en la que llegó a escribir muchas de sus obras y en la que falleció en 1681.
En 1859 el estado ruinoso del edificio provocó que el Ayuntamiento aprobara su demolición. Si hoy conservamos el inmueble, aunque reformado, es gracias a que el escritor, periodista y cronista de la Villa, Ramón de Mesonero Romanos, que antes había intentado salvar sin éxito la casa de Miguel de Cervantes, se presentó garrote en mano para evitar que una brigada de demolición derribara las paredes del edificio. Mesonero Romanos no solo les obligó a marcharse sino que permaneció de guardia la noche entera. A la mañana siguiente, envió una petición al Ayuntamiento solicitando que se detuviera la demolición. Su petición fue atendida evitando el fin de un edificio histórico y permitiendo colocar la placa conmemorativa que conservamos hoy en día.
Don Pedro Calderón de la Barca, cuya muerte es considerada el punto y final al Siglo de Oro… el genio de las letras que vivía en la casa estrecha, hizo bueno el dicho que afirma que las mejores esencias se guardan en frascos no sólo pequeños… también estrechos.
Pedro Calderón de la Barca (Madrid, 1600-1681)
“[...] un sentimiento profundo de admiración y de respeto hacia tanta modestia en aquel genio inmortal, que desde tan humilde morada lanzaba los rayos de su inteligencia sobre el mundo civilizado.”
