Dormir bajo el ángel

Antigua Cárcel de Corte. Madrid, 2018 ©ReviveMadrid

Antigua Cárcel de Corte. Madrid, 2018 ©ReviveMadrid

cárcel de corte: una vida entre rejas

¿Crees que las imágenes y sonidos vividos dentro de un espacio perviven en su memoria con el paso de los siglos? Si fuera así, el Palacio de Santa Cruz, en la Plaza de la Provincia de Madrid, recordaría gritos, lamentos, llantos y sonidos de grilletes ya que, hasta 1767, en este lugar estuvo ubicada una de las prisiones más antiguas de la capital: la Cárcel de Corte.

Hasta mediados del siglo XIX, y durante siglos, el derecho penal en España se caracterizó por la crueldad y la arbitrariedad con la que era impartido. Esta manera de imponer condenas influyó directamente en el diseño de las primeras prisiones madrileñas.

Estas primitivas cárceles no eran más que meros depósitos de acusados en espera de un castigo físico, carentes de cualquier humanidad, de las que raramente se salía con vida. Muy lejos quedaba aún el concepto de reinserción social como fin último de la prisión, cuyo objetivo único en esta época era la ejemplaridad.

Hasta el año 1541 los Alcaldes de la Villa habían recurrido a un sistema de incautación de inmuebles conocido como “requisa temporal”, por el que, durante un tiempo determinado, las viviendas particulares podían ser empleadas como cárceles. Como es lógico, este sistema provocó las quejas de los vecinos perjudicados que finalmente se agruparon para solicitar al Concejo la construcción de una cárcel de Estado.

Desde que Felipe II instaló la Corte en Madrid en 1561, el imparable aumento de la delincuencia provocó que coexistieran en la capital dos presidios: la Cárcel de Villa y la Cárcel de Corte.

La diferencia entre ambas dependía de los delitos que hubieran cometido los reos. Aquellos culpables de delitos como homicidio, robos, altercados o estafas a vecinos eran juzgados por las instituciones de la Corona y su destino final era la Cárcel de Corte. Para quienes cometían delitos contra el Ayuntamiento de Madrid, como estafas en los repesos, cohechos o corrupción, el destino era la Cárcel de Villa.

En ambos casos se trataba de lugares cerrados, sin apenas luz ni ventilación, siempre ubicados en el centro de la ciudad como medida disuasoria y ejemplarizante. Se pretendía que, de esta manera, los vecinos de la Villa que pasaban a diario por este lugar indeseable quedaran atemorizados por las condiciones y los gritos de los presos.

Inicialmente, ambas prisiones recluían a hombres y mujeres, pero durante el siglo XVIII el hacinamiento en ambas fue tal que se decidió internar a las mujeres en otro edificio que se denominó “Casa Galera”, ubicado en la Calle Atocha.

Entre lo hospitalario y lo tutelar, las casas galera tenían la finalidad de reincorporar a las mujeres a la sociedad mediante el trabajo (cosiendo la ropa blanca de los hospitales), la disciplina y la oración.

La primitiva Cárcel de Corte, quedó ubicada en un antiguo caserón situado en el solar donde hoy se levanta este Palacio de Santa Cruz, pero con el tiempo se planificó un nuevo edificio, capaz de compaginar la seguridad con el respeto al ser humano... un lugar que asegurara la luz, aire e higiene a los condenados y en el que la Administración de Justicia tuviera acomodo en despachos.

En 1636, Felipe IV inauguró esta nueva Cárcel de Corte, obra de Juan Gómez de Mora. Las nuevas instalaciones permitían agrupar a los reos por sexo y condena, con luz y ventilación adecuada, comida de buena calidad, dos patios para el paseo de los reclusos y vigías en lugares elevados. El nuevo edificio, moderno y funcional, se convirtió en modelo para las cárceles europeas de la época.

Al principio, los presos se alojaban en el primer piso del edificio principal, hasta que en 1767 el hacinamiento obligó a comprar el antiguo convento de los padres de El Salvador donde se trasladó a los internos.

En la Cárcel de Corte no existía un reglamento de régimen interno y la escasa seguridad permitía incluso que los presos portaran armas.

Los responsables de la prisión eran corruptos. Lejos de convertirse en funcionarios, la mayoría de estos cargos se ponían a la venta al mejor postor, lo que hacía que a la larga hicieran lo posible por rentabilizarlos, como por ejemplo cobrar a los presos por quitarles los grilletes o alquilarles una cama en un calabozo.

La figura del ángel que remataba la fachada de esta Cárcel de Corte y que aún hoy se conserva, dio lugar a un dicho muy popular en aquel Madrid de los Austrias: "dormir bajo el ángel", como sinónimo de ingresar en la cárcel. Entre otros personajes ilustres, durmieron bajo el ángel por temporadas Lope de Vega, Francisco de Quevedo, José de Espronceda, Rafael de Riego o el bandolero Luis Candelas.

En 1791 un incendio destruyó gran parte del edificio, que fue reconstruido por otro arquitecto ejemplar: Juan de Villanueva. Pero a principios del XIX, un brote de tifus obligó a las autoridades a trasladar a los presos a la llamada Cárcel del Saladero.

Contigua al edificio de la antigua Cárcel de Corte se encuentra la calle de Santo Tomás, que anteriormente fue conocida como “la Calle del Verdugo”, debido a que allí tenía su residencia el ejecutor de las penas. Por la puerta que daba a esta calle salían los presos condenados a muerte, en dirección a su ejecución, en la Plaza de la Cebada. Por la puerta de la Calle del Salvador salían los presos que quedaban en libertad. Actualmente, este callejón forma el patio interior que separa el edificio viejo del nuevo, actualmente Ministerio de Asuntos Exteriores.

El 2 de mayo de 1808, durante el levantamiento del pueblo de Madrid contra los ejércitos de Napoleón, un grupo de presos de la Cárcel de Corte se ofrecieron voluntarios para luchar contra los franceses. Se dice que, una vez acabada la lucha, todos los reos que permanecían con vida volvieron a sus celdas... demostrando así que, en aquel tiempo, la libertad sin honor no servía de nada.

Grabado que muestra el incendio de la Cárcel de Corte de Madrid

Grabado que muestra el incendio de la Cárcel de Corte de Madrid

La cárcel de Madrid es un edificio tan bonito que parece más apropiado para ser el palacio de un príncipe que una cárcel para criminales, y vivir en ella tendría que ser más bien un placer que una pena, si no fuese por el sufrimiento de estar encerrado
— Robert Bargrave


¿Cómo puedo encontrar la antigua Cárcel de corte de madrid?