Una vida de novela

Monumento a Benito Pérez Galdós. Madrid, 2018 ©ReviveMadrid

Monumento a Benito Pérez Galdós. Madrid, 2018 ©ReviveMadrid

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¿Puede haber mayor desdicha para el mejor observador de nuestra historia y sociedad que acabar sus días postrado y ciego? Nuestro Benito Pérez Galdós no sólo fue notario de una época, también el mejor novelista español después de Miguel de Cervantes.

Nacido en Las Palmas de Gran Canaria en 1843, su padre, coronel del ejército, le aficionó de niño a los relatos históricos, narrándole sus vivencias en la Guerra de la Independencia y alimentando una imaginación que fue desbordante desde muy joven. Ya en su adolescencia, la llegada de una prima suya a casa trastornó emocionalmente al joven Galdós y sus padres decidieron poner tierra (y mar ) de por medio, enviándole a estudiar a Madrid.

Llegó a la capital con 19 años para estudiar la carrera de Derecho en la Universidad Central y se enamoró de la ciudad al instante. Faltaba a clase a menudo, aprendía más en las calles y plazas, observando la vida bulliciosa de la capital. Frecuentaba diariamente las tertulias de los cafés literarios y acudía a leer al antiguo Ateneo de la Calle Montera. Decidió abandonar la carrera y pronto comenzó a trabajar como redactor en los periódicos La Nación y El Debate.

Pocos escritores han estado tan ligados a la capital como Benito Pérez Galdós, hasta el punto de que Valle-Inclán diría de sus novelas que “olían mucho a cocido”, por lo que le apodaban “garbancero”. En sus novelas la ciudad de Madrid es, prácticamente, un personaje más.

Su afán por narrar la historia de su tiempo le llevó a estar presente en acontecimientos clave como la Noche de San Daniel, el pronunciamiento del Cuartel de San Gil, la abdicación de Isabel II o los alzamientos de Serrano y Prim.

En 1873 comenzó a publicar sus Episodios Nacionales, una crónica novelada de la Historia de España en el siglo XIX. Compuesta por 46 episodios, se inicia con la batalla de Trafalgar y finaliza con la Restauración borbónica, exponiendo los errores que habían llevado al país a su decadencia. En la elaboración de los dos primeros volúmenes Galdós contó con la colaboración de su amigo Ramón de Mesonero Romanos.

Fue candidato al Premio Nobel de Literatura en 1912, pero le fue incomprensiblemente negado. También ejerció la política, como diputado por Puerto Rico, pero pronto la abandonó: su proverbial timidez le hacía ser parco en palabras, hasta el punto de sufrir al hablar en público. Entre sus virtudes destacaban una memoria visual portentosa y una retentiva increíble que le permitía recordar capítulos enteros del Quijote.

Los últimos años de su vida estuvieron marcados por su pérdida de visión y las continuas deudas. Arruinado, trasladó su vivienda al pequeño hotel que tenía su sobrino en la calle Hilarión Eslava, donde acabaría sus días. Desde allí, se vio obligado a trabajar en plena vejez, inválido, ciego y dictando a un ayudante.

El 20 de enero de 1919 se descubrió en el Parque del Retiro esta escultura en su honor. Obra de Victorio Macho, representa al escritor con los ojos cerrados y con una manta sobre sus piernas, inválidas. Galdós estuvo presente en la inauguración de la pieza y pidió ser alzado para palpar su pétreo rostro. Al pasar las manos por la talla, lloró emocionado al comprobar su parecido.

El 4 de enero de 1920, Galdós fallecía. Unos 30.000 ciudadanos acompañaron su ataúd hasta el Cementerio de la Almudena. El maestro del realismo literario había muerto sin dinero, pero con el cariño de un pueblo del que siempre fue fiel representante.

Sirva este texto de homenaje, admiración y agradecimiento a quien nos brinda a los historiadores una fuente constante de conocimientos y referencias sobre la Historia de España y, en especial, sobre la memoria de Madrid.

Benito Pérez Galdós (Las Palmas de Gran Canaria, 1843-Madrid, 1920)

Benito Pérez Galdós (Las Palmas de Gran Canaria, 1843-Madrid, 1920)

Amenguada considerablemente mi vista, he perdido en absoluto el don de la literatura. Con profunda tristeza puedo asegurar que la letra de molde ha huido de mí, como un mundo que se desvanece en las tinieblas
— Benito Pérez Galdós


¿Cómo puedo encontrar al monumento a Benito Pérez Galdós en Madrid?