Parada y fonda
posadas de madrid, historia una villa
Hoy en día es fácil adivinar en qué hoteles se hospeda quien visita Madrid por trabajo. Si hubieras tenido que realizar un viaje de negocios a la Villa y Corte en el siglo XVII, lo más probable es que te hubieras hospedado en alguna de las históricas posadas que se encontraban en la Cava Baja… origen incuestionable de los actuales Hoteles en Madrid.
Las llamadas cavas fueron hace siglos los antiguos fosos de la muralla cristiana de Madrid y, sus alrededores, zona de hospedaje entre los siglos XV y XIX. En la Cava Baja se establecieron la mayoría de las fondas, tabernas, posadas y hospederías que alojaban a ganaderos, arrieros y comerciantes de todo el país, deseosos de vender sus mercancías en los cercanos mercados de la Cebada o San Miguel. En estas casas, además, se trataban los precios del trigo y del vino.
Las posadas acogían a quienes buscaban un alojamiento sencillo y económico. Las habitaciones no contaban con agua y los clientes no podían llegar borrachos ni más tarde de las 11 de la noche. La Sala de los Señores Alcaldes de Casa y Corte controlaba, desde el siglo XVI, el decoro y salubridad de las fondas, cafés, botillerías y hosterías.
De entre todas las posadas que existieron en esta calle, hoy se conservan tres. La Posada del León de Oro, que fue bautizada con ese nombre porque, sobre su puerta, se colocó el escudo de armas de Madrid y un león dorado, como emblema de la casa real de Castilla.
La Posada del Dragón, que en origen nació como casa de comida en época de los Reyes Católicos y fue reconstruida como casa de huéspedes en 1868. Debe su nombre al mítico dragón de piedra que estuvo situado sobre la Puerta de Moros de la muralla cristiana, cuyos restos se pueden ver aún hoy en su interior.
La Posada de la Villa, era la Posada de la Corte, donde se daba comida y aposento a todos los viajeros que llegaban a Madrid.
Actualmente, los antiguos comerciantes, arrieros y campesinos que copaban esta calle, se han convertido en grupos de turistas y jóvenes que disfrutan de una de las zonas más castizas y pintorescas de la ciudad y de las más animadas de la noche madrileña. Unas remozadas posadas cuyas paredes forman parte de la historia de la capital.