Más se perdió en Cuba
joaquin vara del rey, el héroe de el caney
Es sorprendente cómo muchos españoles de actos heroicos han caído en el olvido de la Historia. No sólo desconocemos sus biografías sino que, a veces, ignoramos su propia existencia. Joaquín Vara de Rey, héroe de la Guerra de Cuba, es un claro ejemplo.
El general Joaquín Vara de Rey y Rubio (Ibiza, 1840 - Santiago de Cuba, 1898) era el último de un linaje de héroes militares. Su padre combatió en la Primera Guerra Carlista y su abuelo luchó contra los franceses durante la Guerra de la Independencia.
Nuestro protagonista no sólo combatió en las rebeliones cantonales de Cartagena y Valencia y en la Tercera Guerra Carlista, sino que además sirvió como Capitán General de Filipinas. Al estallar la Guerra de Cuba se presentó voluntario, en un enfrentamiento recrudecido con la declaración de guerra a España por parte de Estados Unidos, escudándose en que el ejército español había destruido uno de sus barcos, el acorazado Maine, por sorpresa.
El 22 de junio de 1898, el V Cuerpo de Ejército norteamericano desembarcó en Cuba con cerca de 7.000 efectivos. Superado, el ejército español comenzó la retirada y se atrincheró en lugares estratégicos. Vara de Rey recibió la orden de defender el pequeño enclave de El Caney. 527 españoles fortificaron el lugar excavando trincheras, levantando alambradas y abriendo aspilleras en los muros.
A las seis y media de la mañana del 1 de julio de 1898, los soldados norteamericanos iniciaron una lluvia de cañonazos sobre las posiciones españolas. Confiados, los norteamericanos cargaron contra las defensas enemigas, pero fueron detenidos por el ejército español. Finalmente, tras casi nueve horas de combates y numerosas bajas, la línea española comenzó a ceder.
Mientras organizaba la retirada, Vara de Rey fue herido en las dos piernas. Al retirarle en camilla, un grupo de enemigos atacó la comitiva sanitaria sin piedad. Una bala atravesó el cráneo del general, que murió al instante. En la batalla perdió también a dos de sus hijos. Dos semanas después, España perdía oficialmente Cuba.
A pesar de la derrota, Joaquín Vara del Rey había pasado a la Historia: un sesentón ataviado con una inconfundible barba canosa, que no le hacía pasar desapercibido en el campo de batalla, cuyo éxito radicó en el carácter y motivación que supo imprimir a sus hombres… valientes soldados que vendieron cara hasta la última gota de su sangre.
En Madrid, en la unión de la Avenida Ciudad de Barcelona con el Paseo de la Reina Cristina, encontramos este monumento, semioculto tras los árboles de un discreto jardín. Es la estatua dedicada a Joaquín Vara de Rey y a los héroes del Caney… nuestros héroes olvidados, una generación entera de compatriotas que defendieron con su vida el decadente Imperio español en Cuba.