Master and commander
Jorge Juan, el “sabio español”
¿Cuántas vidas crees que es posible vivir en una sola vida? Con la curiosidad y valentía necesarias tendríamos tiempo vital más que suficiente para reinventarnos y experimentar todo tipo de aventuras. Jorge Juan, uno de los personajes más brillantes del siglo XVIII español, supo hacerlo y llegó a ser todo un experto en vivir al margen de aquello que hoy denominamos “zona de confort”.
Jorge Juan y Santacilia (Alicante, 1713-Madrid, 1773) fue un verdadero hombre del Renacimiento: ingeniero, científico, marino, astrónomo, matemático y espía. Su biografía supone una mezcla de amor por la ciencia y las apasionantes aventuras en las que se vio inmerso.
A los 16 años ingresó en la Academia de Guardiamarinas de Cádiz, donde se formaban los oficiales de la Armada Real. Felipe V había convertido esta escuela en un centro de conocimiento ilustrado, donde se enseñaban los más modernos estudios científicos de la época, sin descuidar las bellas artes. Jorge Juan aprendió no sólo a amar la ciencia sino que se convirtió en un prometedor marino, gracias a maestros como Blas de Lezo, heroico defensor de Cartagena de Indias durante la invasión inglesa en 1741.
En 1734 participó junto a Antonio de Ulloa en la expedición hispano-francesa que durante diez años midió el arco del meridiano terrestre en el ecuador. Finalmente, los conocidos como “caballeros del punto fijo”, demostraron que la Tierra era redonda pero no una esfera, sino que estaba achatada por los polos, como había teorizado Sir Isaac Newton.
Además del objetivo científico de la expedición, Felipe V les había encargado una misión secreta: informar de primera mano sobre la situación política y social que administraban sus representantes en los pueblos de ultramar. Jorge Juan reflejó sin piedad los abusos de corregidores, curas y gobernantes sobre los pueblos indígenas: “La tiranía que padecen los Indios nace de la insaciable hambre de riquezas que llevan a las Indias a los que van a gobernarlos”, dejó escrito.
A su regreso a España, Jorge Juan constató que, muerto Felipe V, a nadie le interesaban sus misiones, mediciones o publicaciones. Sin embargo se equivocaba, ya que el destino le tenía reservado un encuentro decisivo en su vida: el marqués de la Ensenada, Secretario de Guerra, Marina e Indias.
Zenón de Somodevilla y Bengoechea, marqués de la Ensenada, consideraba a Gran Bretaña el enemigo con el que España tendría que luchar para mantener el control del comercio colonial, siendo uno de sus principales proyectos renovar la Armada Real española para poder hacer frente a la poderosa marina británica.
La Royal Society había invitado a Jorge Juan a Londres para dar una serie de conferencias, situación que Ensenada aprovechó para encomendarle una peligrosa misión: ejercer de espía para hacerse con las técnicas secretas utilizadas por los ingleses para construir sus navíos y hacerse con operarios que pudieran construir en España barcos similares a los británicos.
Como espía,en Londres el alicantino adoptó diferentes personalidades: Jorge Juan, capitán de la Armada Real, cuando asistía a sus conferencias y Mr. Josues, comerciante de vinos, cuando espiaba los astilleros próximos al Támesis.
Al descubrir las autoridades británicas su actividad, se inició su persecución. Jorge Juan logró abandonar Londres y volver a España a bordo del buque Santa Ana, disfrazado de marinero y oculto bajo unas lonas. El éxito de su espionaje industrial había sido espectacular, convenciendo a Ensenada de la necesidad de construir una nueva flota, poderosa y moderna.
Su carrera era imparable, llegando a convertirse en director de la Academia de Guardias Marinas de Cádiz, donde creó el primer observatorio astronómico en España… pero tantos honores levantaron las envidias de la corte. Las intrigas triunfaron y Ensenada fue desterrado, así como sus ideas de renovación de la flota española.
A pesar de las recomendaciones del marqués, Carlos III optó por desarrollar el tipo de construcción naval francesa, mucho más atrasada pero defendida por sus nuevos ministros. El resto de la historia es conocida… años después se produciría la derrota en Trafalgar contra los ingleses y el final de España como potencia colonial y marítima.
La última de sus aventuras se produjo cuando el Rey le nombró Embajador Extraordinario en Marruecos. Jorge Juan consiguió sentar las bases de una relación complicada entre los dos reinos, firmando con el Sultán un beneficioso acuerdo para España.
Desde 2014, este monumento recuerda al destacado marino en los Jardines del Descubrimiento de la Plaza de Colón. Un ancla realizada en acero fundido y una cadena de seis metros, aferran al ilustre alicantino a la ciudad en la que murió.
Marino, científico, astrónomo, ingeniero, matemático, ilustrado, cronista, embajador, espía… Jorge Juan, nuestro “sabio español”, moría en 1773 en su casa de la antigua Plaza de los Afligidos, actual Plaza de Cristino Martos, a los 60 años, demostrando que una vida no se mide por la edad, sino por la intensidad de la misma.