Peaky Blinders… castizos
partida de la porra, la razón de la fuerza
¿Pensabas que las pandillas de gangsters callejeros, dedicados a extorsionar y atemorizar a toda una ciudad, con un líder carismático capaz de todo por conseguir poder, sólo se daban en las series de televisión? Estabas equivocado... a finales del siglo XIX, durante el Sexenio Democrático, actuó en la capital uno de los grupos de matones más implacables y agresivos que se recuerda… unos Peaky Blinders castizos… “la Partida de la Porra”.
El Sexenio Democrático o Sexenio Revolucionario, es el período de la Historia de España que transcurre desde el triunfo de la Revolución Gloriosa, en septiembre de 1868, hasta el pronunciamiento del general Arsenio Martínez Campos, en diciembre de 1874, que marcaría el inicio de la Restauración borbónica. Entre medias, el destronamiento de Isabel II, los gobiernos de los generales Prim y Serrano, un magnicidio, una nueva dinastía en el trono español con Amadeo de Saboya a la cabeza y la vuelta de los borbones en la persona de Alfonso XII… seis largos años marcados por la inestabilidad política y social. En este contexto actuó la Partida de la Porra en Madrid.
Con este nombre se conocía a un grupo de maleantes dedicados a atacar a quienes criticaban la actuación del gobierno progresista de Juan Prim y la candidatura al trono de Amadeo de Saboya. Formada por unos treinta individuos, cuya identidad era conocida, su cometido era destrozar las redacciones de los periódicos de la prensa opositora, disolver las reuniones de los partidos políticos rivales (alfonsinos, moderados y carlistas) y agredir a sus líderes. También, amenazaban a los electores adversos apedreando los cristales de sus casas o las farolas cercanas.
Estaban liderados por el periodista y empresario teatral Felipe Ducazcal, ferviente seguidor de Prim. Tal era su pasión por el general que llegó a batirse en duelo en su nombre contra el periodista opositor José Paúl y Angulo para defender el honor del reusense. En el lance, Ducazcal salió perdiendo… recibió un balazo que le obligó a permanecer veinte años con una bala alojada en el oído.
Las redacciones de los periódicos y los propios periodistas fueron el principal objetivo de la Partida de la Porra. El 28 de septiembre de 1868, Ducazcal y su grupo asaltaron la redacción del periódico La Constancia, defensor de Isabel II. Al día siguiente, la redacción del diario La España, situada en este número 2 de la plaza de Isabel II y favorable a los moderados, quedaría arrasada por las llamas. Las siguientes víctimas del violento grupo serían las redacciones del diario alfonsino El Siglo y de los satíricos La Gorda y Don Quijote. Cuando el general Prim entró en Madrid, el 1 de octubre de 1868, ningún periódico osó replicarle por miedo a las represalias.
La Partida de la Porra boicoteaba cualquier acto contra el gobierno de Prim, daba igual el formato. En septiembre de 1870 se presentaron en el estreno de La Carmañola, obra antirrevolucionaria que disfrutó de una sola representación: el teatro Lope de Vega quedó clausurado tras la visita de los golpistas. Poco después, acabaron con el estreno de Macarroni I, una zarzuela irónica dedicada a Amadeo de Saboya, mientras entonaban la famosa canción del “Trágala” a cuyos sones actuaban:
“Por los serviles, no hubiera unión, ni si pudieran, Constitución. Pero es preciso, que roan el hueso, y el Liberal, les dirá eso: Trágala, Trágala… Trágala perro”.
A pesar de que el método favorito de intimidación empleado por la Partida de la Porra fue generalmente la violencia, utilizaron otros más sutiles pero igualmente efectivos para conseguir sus objetivos. Cuando las damas de la alta sociedad madrileña decidieron protestar contra Amadeo I, asistiendo a la Fuente de la Castellana con mantilla, peineta y flores de lis bordadas, símbolos de apoyo a Isabel II y a la dinastía Borbón… la Partida de la Porra pagó a multitud de meretrices de los burdeles de Madrid para que pasearan, ataviadas de igual manera, por la misma zona. Las aristócratas no volvieron a aparecer por la fuente.
El último acto vandálico reseñable de la Partida de la Porra tuvo lugar el 18 de junio de 1871, cuando apedrearon los cristales del Palacio de Alcañices, actual Banco de España. A partir de entonces se fueron diluyendo. Muchos se integraron en las fuerzas del orden público y, los que quedaron, pasaron a ser conocidos como “la Partida del Aguardiente”… más un grupo de matones alcoholizados que una banda organizada.
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