La caja tonta
televisión, espejo de la sociedad española
¿Pensabas que para revivir la Historia de Madrid era imprescindible salir a sus calles? Estabas equivocado, no todo en la Historia son edificios o monumentos… también la conforman elementos de nuestra vida cotidiana que conviven con nosotros en nuestras casas y han marcado la vida de generaciones enteras. La televisión es, sin duda, parte de nuestra Historia.
El origen de la televisión en España está muy relacionada con el de la radio. En noviembre de 1938, mientras nuestro país se debatía en una cruenta Guerra Civil, los nazis presentaban a Franco la Fonovisión, un sistema de vídeo y radio que permitía enviar a distancia imágenes y sonidos. Fue la primera exhibición de este invento en España.
Diez años más tarde, Francisco Franco daba carta blanca al nuevo medio y, casi veinte después, el 28 de octubre de 1956, Televisión española comenzaba a emitir regularmente. La primeras emisiones consistían en la retransmisión de la misa y discursos oficiales, y se realizaban desde un pequeño plató situado en el Paseo de la Habana de Madrid.
En 1964, TVE inauguraba sus estudios de Prado del Rey, antes de proponer una segunda cadena llamada UHF, la actual TVE2, que ofrecería programas culturales especializados, a diferencia de los de la primera, que eran más populares.
A partir de ese momento y progresivamente, en las casas de las familias españolas comenzó a ser habitual encontrarse aquel nuevo electrodoméstico, el televisor, que pronto se convirtió en la principal forma de ocio de la sociedad… una ventana al mundo exterior desde la que se pudieron seguir en directo acontecimientos históricos como la llegada del hombre a la luna, el 21 de julio de 1969.
En 1977, España estrenaba democracia. Nuestro país salía del letargo de la dictadura y se abría a una nueva época en la que la televisión jugaría un papel decisivo como medio de información para millones de personas.
En 1978 la tele, ya en color, guiaba los pasos de nuestra sociedad. Los dos canales de emisión marcaban el día a día de los ciudadanos: los lunes por la noche Félix Rodríguez de la Fuente explicaba el reino animal con sus documentales de El hombre y la Tierra; los viernes, el concurso Un, dos, tres, de Narciso Ibáñez Serrador, entretenía a millones de familias; los domingos nadie se perdía las aventuras de Curro Jiménez, aquel bandolero, encarnado por Sancho Gracia, cuya banda atemorizaba desde la serranía de Ronda a los soldados franceses durante la Guerra de la Independencia; José Luis Balbín aportaba opinión con su mítico programa La Clave, un debate moderado que trataba temas de actualidad, precedido de una película que los reflejaba y José María Íñigo batía records de audiencia entrevistando al mentalista Uri Geller, mientras este doblaba una cuchara de acero con el poder de su mente, en el pionero programa de entretenimiento Directísimo.
Los años 80 fueron años contradictorios en España. El golpe de Estado de 1981 y el cambio de gobierno marcaron a una sociedad aún encorsetada por los valores de la dictadura, al mismo tiempo que nacía en Madrid “la Movida”, un movimiento contracultural innovador, liberalizador y moderno que encontraría en la televisión su mejor aliado.
La edad de oro, presentado por Paloma Chamorro, fue un programa vanguardista y atrevido, el mejor reflejo de la España convulsa y efervescente de los años 80.
Además, en esta etapa se cuidaron como en ninguna otra los programas infantiles, con espacios míticos como La Bola de Cristal o Barrio Sésamo, series tan entrañables como Verano Azul o dibujos animados como Érase una vez el hombre, La aldea del arce o David el Gnomo… programas que educaron a una generación y crearon un vínculo social tan fuerte que aún hoy no se ha podido romper.
En torno a la televisión las familias españolas también vivieron proezas deportivas como el inolvidable partido de fútbol España 12 - Malta 1, celebrado el 21 de diciembre de 1983 en el estadio Benito Villamarín de Sevilla. Nuestra selección nacional, entonces dirigida por Miguel Muñoz, estaba obligada a ganar a la maltesa por una diferencia de 11 goles para sellar el billete para la Eurocopa de 1984… algo que, aparentemente, se antojaba utópico.
El gol número 12 de Juan Señor, fue cantado por el comentarista José Ángel de la Casa como lo haría un cantaor flamenco, con la voz quebrada pero embargada de pasión. Un momento de emoción colectiva vivida en la casa de millones de españoles en torno a sus televisores, sólo comparable al gol con el que Andrés Iniesta nos haría campeones del mundo veintisiete años después.
Todas estas emisiones se llevaban a cabo desde Torrespaña, esta mítica construcción, más conocida como El Pirulí, ubicada en la Calle O'Donnell de Madrid, diseñada para poder retransmitir con garantías el Mundial de fútbol de 1982 celebrado en nuestro país. El resultado fue la novena torre de comunicaciones más alta del mundo en su época y la construcción más elevada de la ciudad en su momento: 220 metros, antena incluida, que aún hoy destacan en el skyline madrileño.
Esta fue la televisión con la que muchos crecimos, muy lejos de la telebasura, la guerra de audiencias y el zapping protagonistas de las últimas décadas. Una época en la que tan sólo dos canales conseguían reunir a toda la familia entorno al televisor, dispuestos a compartir cada día un nuevo descubrimiento, cuando la televisión aún no era un mero elemento de distracción... sino un elemento de unión.
P. D: Dedicado a mis padres y hermanos. Por todos esos inolvidables momentos que pasamos juntos en nuestro salón, en torno a la televisión, disfrutando de la maravillosa sensación de ser una familia