Castizo y “cool”
lavapiés, el barrio más castizo de madrid
Dicen que la personalidad de un individuo se forja en la infancia, un barniz que el paso del tiempo no puede borrar y permanece constante a lo largo de su vida. Igualmente, algunos lugares como el madrileño barrio de Lavapiés, mantienen su esencia a lo largo de los siglos.
Con más de 500 años de vida, el barrio de Lavapiés es uno de los más antiguos de la capital. Aunque el origen de su curioso nombre no está muy claro, se barajan varias posibilidades. Lavapiés fue antaño barrio judío en Madrid. Su principal centro de actividad y reunión era la sinagoga, situada en el solar donde hoy se encuentra la Iglesia de San Lorenzo. En el centro de la plaza existió, hasta 1870, una fuente en la que moriscos y judeoconversos realizaban sus abluciones, o lavado ritual de extremidades, antes de acceder a la sinagoga. De este ritual, según el cronista Pedro de Répide, derivaría el nombre de “Lavapiés”.
En 1492 la expulsión de los judíos diezmó la población de este arrabal. Las familias que decidieron quedarse se convirtieron al catolicismo para mantenerse con vida, cambiando los nombres de viejas calles moriscas por otros de exagerada exaltación cristiana, como Calle Ave María, Calle de la Fe, Calle Amor de Dios, etc. Igualmente, muchos de los conversos que se quedaron adoptaron los nombres cristianos de Manuel y Manuela, al igual que sus primogénitos, motivo por el que hoy los castizos madrileños reciben el nombre de “Manolos” y “Manolas”.
El entorno de la Plaza de Lavapiés ha sido históricamente lugar de establecimiento industrial y de centros de trabajo. En la esquina con la Calle de Tribulete se estableció, hasta 1800, la primera Real Fábrica de Coches. Frente a ella se encontraba la famosa Fábrica de Cervezas de Lavapiés, la primera existente en Madrid. A pocos metros, en la Calle de Embajadores, se encontraba la Real Fábrica de Aguardientes, Rosolís y Naypes, que José I Bonaparte convirtió en Real Fábrica de Tabacos y Rapé y actual centro cultural Tabacalera. Además, desde el siglo XVII se tiene noticia de una Fábrica de Salitre, en el Postigo de Valencia, para proveer a la producción de pólvora, dando nombre a la Calle del Salitre.
Lavapiés ha mantenido desde entonces su carácter de barrio, habitado mayoritariamente por clases populares y uno de los mejores ejemplos de la tradición castiza del pueblo madrileño. Fiel reflejo de este carácter popular son sus características corralas, edificios de viviendas de varias alturas construidas en torno a un patio central, o las zarzuelas que inspiró a finales del siglo XIX, como El barberillo de Lavapiés, de Francisco Barbieri.
Si bien Lavapiés mantiene su carácter obrero, en el año 2018 fue votado como barrio más "cool" del mundo. Cosmopolita y multi-racial, epicentro del turismo y las modas, pero siempre cuna del Madrid más castizo y muestra inequívoca de cómo esta ciudad se transforma.