El vuelo del fénix
Lope de vega, luces y sombras de un genio irrepetible
A lo largo de los siglos, multitud de personajes han dejado su huella en la ciudad de Madrid, pero muy pocos pueden ser considerados leyendas por haber marcado la Historia Universal. Lope de Vega es, sin duda, uno de ellos… dotado de una personalidad tan poliédrica que resulta casi imposible poder reflejarla en estas pocas líneas.
Mujeriego, seductor y provocador… pero con un profundo sentimiento religioso que le llevó a ordenarse sacerdote; vivió la cárcel, la guerra y el destierro… pero conoció el triunfo, la fama y la riqueza; padre de quince hijos, legítimos e ilegítimos… pero fue tremendamente celoso y desconfiado con sus parejas.
Lope Félix de Vega Carpio (Madrid, 1562-1635) es uno de los escritores españoles más señalado por los tópicos y las contradicciones, un genio dotado de un irrepetible talento para la literatura, cuya apasionante vida se convirtió en inagotable fuente de inspiración para una obra inmensa en cantidad y calidad.
Nacido en una familia de artesanos cántabros del valle del Pas instalados en la Calle Mayor de Madrid en 1561, a los cinco años el pequeño Lope ya sabía leer castellano y latín y, a los diez, había escrito sus primeras comedias. A los veinticinco ya era un autor famoso y, probablemente, el mejor poeta dramático de España.
En una época en la que el teatro era la principal forma de ocio para la sociedad madrileña y un verdadero un espectáculo de masas, sus estrenos se contaban por triunfos, tanto en la Corte como en los corrales de comedias. Una interminable lista que incluye obras como Los locos de Valencia, La Arcadia, El caballero de Olmedo, El perro del hortelano, La Dragontea, La dama boba o Fuenteovejuna.
El propio Lope de Vega era uno de los espectáculos del Madrid del Siglo de Oro. Durante sus paseos la gente por la calle se volvía para contemplarle. Su retrato colgaba de los muros de palacios cortesanos y de casas humildes e incluso se llegó a acuñar popularmente la frase "es de Lope" como sinónimo de calidad.
Al contrario que otros, tuvo suerte y fama en vida, y tanto las clases bajas como la aristocracia admiraban su pluma. Sin embargo, a pesar de su condición de triunfador, en el fondo fue un hombre inseguro, celoso en el amor y en su profesión, que nunca supo aceptar las críticas ni la competencia… como demuestra su enemistad con Miguel de Cervantes.
Más allá de esta superficial visión de Lope de Vega, tan repetida, se trataba de un hombre con una capacidad de trabajo extraordinaria, que lo llevaba a escribir obsesivamente en la cama, mientras comía o durante sus paseos. Solía llevar a todas partes los bolsillos llenos de papeles en los que a cada momento anotaba lo que veía, pensaba o sentía.
Como él mismo afirmó, era capaz de “escribir comedias en horas 24". Para poder hacernos una idea, Shakespeare escribió a lo largo de su vida 37 obras dramáticas y Molière no llegó a cincuenta. Lope de Vega aseguraba haber escrito 1.500… de las que hoy se le atribuyen, con certeza, 314, además de 42 autos sacramentales. Ningún autor español fue tan prolífico, ni en el Siglo de Oro ni nunca.
Además, la cantidad de textos de Lope de Vega que se conservan en la actualidad escritos de su puño y letra, no tiene parangón con ningún dramaturgo europeo de su época. Mientras que de William Shakespeare se conservan un par de firmas y los investigadores discuten si también corresponde a su letra una cuarteta" (cuatro versos), de Lope se conservan 45 comedias, lo que equivale a 120.000 versos autógrafos.
Renovó el teatro español en un momento en el que comenzaba a ser un fenómeno de masas, inventándose un negocio donde no lo había. Supo conectar con el gusto popular reivindicando la calidad artística de lo que hoy se consideraría un producto comercial… una fórmula de la que dejaría constancia en su tratado El arte nuevo de hacer comedia y que inspiraría a autores más jóvenes, como Calderón de la Barca, que quizá no hubieran surgido sin el precedente de Lope.
Lope fue, sin duda, el primer escritor profesional de la literatura española. Inventó su propio logotipo, con el que sellaba sus obras para evitar la “piratería” de la época y obtener de ellas el máximo beneficio. Incluso llegó a pleitear para lograr derechos de autor sobre quienes imprimían sus comedias sin su permiso… algo que hoy asumimos como habitual pero que ni mucho menos lo era en el siglo XVII.
“Fénix de los ingenios”, “Ingenio de España”, “Poeta del cielo y de la tierra”, “Monstruo de la Naturaleza”… son sólo algunos de los apelativos con que la sociedad madrileña del Siglo de Oro bautizó a su vecino más querido, cuyas honras fúnebres en el centro de la Villa, el 27 de agosto de 1635, se convirtieron en uno de los acontecimientos más multitudinarios del reinado de Felipe IV.
Hoy, nada más al acceder a la Casa Museo de Lope de Vega de Madrid este busto, esculpido por sugerencia del cronista Mesonero Romanos, nos recuerda que en esta casa vivió y murió Lope.
La de Lope de Vega fue una vida intensa, tan excelsa como su obra, desde la cuna hasta la tumba. Un fénix inmortal por su talento, su personalidad y su obra que, casi cuatro siglos después de su muerte, sigue llenando teatros, presidiendo bibliotecas y rompiendo corazones.