¡¡¡Hala Madrid!!!
Noble y bélico adalid, caballero del honor...
“90 minuti en el Bernabéu son molto longo”. Con esta arenga, el mítico delantero malagueño Juan Gómez “Juanito” definía a la perfección el ADN de un club, el Real Madrid CF, capaz de intimidar a sus rivales por la leyenda que atesora… ciento dieciocho años de vida que marcan no sólo la Historia del fútbol mundial sino también de la capital.
La Historia del fútbol en Madrid parte de la vanguardia intelectual y académica de la España del cambio de era; de los jóvenes españoles que, a caballo entre el siglo XIX y el XX, absorbían los cambios que se producían en el resto de Europa. Una de estas novedades fue la adopción del ejercicio físico en el estilo de vida moderno y en el novedoso sistema pedagógico que instruía a los jóvenes españoles de clases altas.
Instituciones como el Liceo Francés de Madrid, la Escuela de Minas o la Institución Libre de Enseñanza, abiertas a las nuevas corrientes intelectuales europeas, fueron determinantes para la adopción del fútbol en nuestro país.
Hacia 1889, algunos de los jóvenes profesores de la Institución Libre de Enseñanza que habían perfeccionado su maestría en Oxford, Cambridge o Eton, descubrieron a sus alumnos madrileños aquel extraño deporte inglés, el foot-ball, que consistía en patear un balón de cuero. Su interés por este deporte creció tanto que, años después, dos de ellos, Juan Palacios y Juan Padrós, constituían oficialmente el Madrid Football Club. Era el 6 de Marzo del año 1902 y se acababa de plantar la semilla del actual Real Madrid CF.
Muchos de aquellos jóvenes fundadores habían estudiado algún tiempo en Inglaterra. Por ese motivo conocían la fama del Corinthian Football Club londinense, el equipo amateur más célebre de la Historia del fútbol británico.
Tan sorprendente como admirado por su hermosa forma de jugar y sus épicas hazañas, en 1904 llegó a endosarle al Manchester United la mayor paliza de toda su historia (11-3). Sus jugadores, que jamás compitieron a nivel profesional, lucían una camiseta blanca de seda, adoptada por el Madrid Football Club como homenaje a los valores del conjunto inglés.
Originalmente, la entidad madrileña estaba formada por poco más de 20 socios y jugadores, que disputaban sus partidos en el Solar de Estrada, en el cruce de la calle Ortega y Gasset con Velázquez. Al crecer en número de socios el club se vio obligado a cambiar de campo desplazándose, en 1912, al Estadio de O’Donnell.
En 1920, dos hitos marcaron el crecimiento de aquel Madrid FC: la participación de la mayoría de sus jugadores en los Juegos Olímpicos de Amberes de 1920 y el papel pionero del club realizando una serie de viajes fuera de España con enorme éxito, iniciándose así la internacionalización de su imagen. Como muestra del crecimiento del club, Alfonso XIII le concedía ese mismo año el título de Real.
Pronto el Estadio de O’Donnell se quedó pequeño para acoger a la multitud de socios y aficionados que asistían a los partidos del Real Madrid FC por lo que, en 1924, el equipo se trasladaba a su propio estadio, el viejo Estadio de Chamartín, actual Santiago Bernabéu.
La Guerra Civil y posterior posguerra fueron, durante más de una década, una tragedia para el club. Muchos de sus jugadores dejaron el país para marchar al exilio. Mientras su rival local, el Atlético-Aviación, futuro Atlético de Madrid, recibía el apoyo del Ejército Nacional que había ganado el conflicto, el Madrid FC no generaba simpatías en el régimen de Francisco Franco, como club que había apoyado a la República. Lejos de la opinión popularmente extendida, durante los 15 primeros años del franquismo el Madrid FC se encontró en la posición más débil de su historia, con un estadio destruido, una escuadra disminuida y nula ayuda por parte de las instituciones.
El equipo no se repondría hasta la llegada, en 1943, de don Santiago Bernabéu. Antiguo jugador y entrenador, se convirtió en el presidente más importante de la historia del club: treinta y cinco años de mandato en los que se edificó el nuevo Estadio Santiago Bernabéu y se consiguieron los mayores logros deportivos del equipo merengue.
Pero… ¿de dónde viene el apodo de “merengues” con el que se conoce a los hinchas madridistas? Fue el periodista Matías Prats Cañete quien lo popularizó, comparando en sus narraciones radiofónicas el color de la camiseta del Real Madrid con este tipo de dulce.
La rivalidad entre dos de los equipos de la capital, Real Madrid y Atlético de Madrid, es una de las más conocidas de la Historia del deporte. Dos equipos y dos aficiones con caracteres opuestos que, sin embargo, encuentran un punto en común en sus himnos. Las bandas sonoras que les acompañan en cada partido en el Santiago Bernabéu y el Wanda Metropolitano comparten mismo compositor y misma voz, la de José de Aguilar.
Los ciento dieciocho años de vida de este club marcan el pulso de la Historia moderna de nuestro país. Una leyenda, forjada por ídolos como Di Stéfano, Gento, Puskas o Raúl, que ha traspasado fronteras, uniendo en un mismo sentimiento a millones de personas que, más allá de su raza, lengua o nacionalidad, aprenden a través de su equipo que en la vida nunca nada está perdido si estás dispuesto a luchar hasta el último minuto y hasta el límite de tus fuerzas.
Pero… ¿y la voz de la afición? ¿qué siente un madridista? Mi amigo Gonzalo, autor del blog www.juegascomoentrenas.com, os lo explica:
“Ser del Real Madrid es ganar por encima de todo.
Es exigencia de máximo nivel, una y otra vez.
Es competir hasta el final sin rendirse nunca y confiando siempre.
Es ser capaz de lograr las gestas más increíbles.
El Madrid es resiliencia sin cuartel y obsesión por la excelencia.
Ser del Madrid es el espíritu de las remontadas épicas.
Ser del Madrid es orgullo de pertenencia, de marca internacional y de valores de esfuerzo y pasión.
El Real Madrid significa amor por la victoria, a una ideología y a los valores de familia universal, unida en la búsqueda de superación constante.
A pesar de las dificultades y las tormentas que atraviese, el corazón de un madridista contempla su historia con orgullo y su futuro con ilusión y confianza… diciéndose a sí mismo en el presente:
¿cómo no te voy a querer”