Virgen, verbena y zarzuela

Cuadro de la Virgen de la Paloma. Madrid, 2019 ©ReviveMadrid

Cuadro de la Virgen de la Paloma. Madrid, 2019 ©ReviveMadrid

La Virgen de la Paloma, historia de una tradición

La historia y las tradiciones de una ciudad no sólo se construyen a base de archivos, testimonios y crónicas… la leyenda juega un papel muy importante en la formación de la memoria de un pueblo, tanto que a veces resulta imposible entender la una sin la otra. Las devociones religiosas no podrían explicarse de otra manera… y si existe en Madrid una devoción auténticamente popular es la que se tributa a la Virgen de la Paloma.

Según cuenta la leyenda, en el año 1787 unos niños encontraron en un solar cercano a la Puerta de Toledo un lienzo muy deteriorado que representaba a la Virgen de la Soledad. Cuando intentaban hacer con él una cometa, Isabel Tintero, portera de una de las corralas de la Calle de la Paloma, les compró el cuadro, lo limpió, le colocó un marco y lo colgó en el portal de su casa, alumbrándolo con un farolillo. Esta costumbre de colocar imágenes iluminadas e incluso altares en los portales, fue habitual en las calles de Madrid hasta el siglo XIX.

A partir de ese momento los vecinos del barrio comenzaron a visitar el cuadro, primero como una curiosidad y después como una devoción. Pronto el portal se quedó pequeño para la cantidad de gente que acudía a venerar la imagen, por lo que Isabel decidió utilizar una habitación de su propia casa como oratorio… y aun así no fue suficiente, por lo que se decidió levantar una pequeña capilla en la misma calle, obra de Francisco Sánchez, discípulo de Ventura Rodríguez. A pesar de que esta capilla estaba dedicada a Nuestra Señora de la Soledad, fue desde el principio conocida popularmente como de la "Virgen de la Paloma", por estar situada en la calle de este nombre.

Con el tiempo corrió la voz de que imagen de la Virgen era milagrosa y las madres comenzaron a llevar a sus hijos recién nacidos para ponerlos bajo su protección. La propia reina María Luisa de Parma fue muy devota de esta imagen, tras obtener de ella la curación de su hijo, el futuro Fernando VII, enfermo de escorbuto cuando era niño.

Durante la invasión francesa de Madrid, Isabel Tintero escondió el cuadro y las joyas de la Virgen para evitar su expolio... sin embargo ya nunca más volvería a ver expuesta la imagen, ya que Isabel fallecía en 1813. Aunque su deseo siempre fue ser enterrada en la capilla, inicialmente fue enterrada en el cementerio de San Isidro.

El culto a la imagen siguió creciendo y la capilla volvió a quedar pequeña. En 1891, se optó por construir la iglesia que hoy en día sigue custodiando aquella imagen que unos niños rescataron. Su nombre oficial es el de Parroquia de San Pedro el Real aunque todo el mundo la conoce como la Iglesia de la Paloma. El cuerpo de Isabel, ahora sí, se trasladó al altar mayor de la nueva iglesia debajo del cuadro de la Virgen, donde actualmente reposa.

Durante la Guerra Civil, ante el temor de que la imagen fuese destruida, se colocó una copia en el altar y el lienzo original fue nuevamente escondido. Casualmente, al comienzo de la guerra, un zapatero, creyendo que era el original, se llevó el lienzo a su casa para salvarlo de la destrucción, de manera que la imagen fue salvada por partida doble, demostrando una vez más la devoción y el cariño del pueblo de Madrid para con esta imagen.

Desde entonces, a pesar del calor, cada 15 de agosto los madrileñas, madrileños y madrileños de adopción… chulapas y chulapos, visten sus galas más castizas y rinden homenaje con fiestas, verbenas y zarzuelas a su Virgen más popular, con permiso de la de la Almudena… la Virgen de la Paloma.

Cartel de la zarzuela La Verbena de la Paloma

Cartel de la zarzuela La Verbena de la Paloma

Por ser la Virgen

de la Paloma,

un mantón de la China-na,

China-na, China-na,

un mantón de la China-na

te voy a regalar
— Ricardo de la Vega y Tomás Bretón


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