Suspiros de España

Tienda de discos “Coplas”. Madrid, 2019 ©ReviveMadrid

Tienda de discos “Coplas”. Madrid, 2019 ©ReviveMadrid

La copla, el blues castizo

Seamos sinceros… ¿qué español no ha tarareado alguna vez canciones como "Ojos verdes", "La zarzamora" o " A tu vera"? A pesar de que muchas veces consideramos la copla como un símbolo rancio y decadente de nuestra memoria, se trata de una de las señas de identidad de la rica cultura musical española que, hoy en día, sigue muy viva.

La historia de la copla arranca en la segunda mitad del siglo XVIII, con la aparición de la llamada “tonadilla escénica”. La llegada de la ópera italiana a Madrid, de la mano de la nueva dinastía de los Borbones, produjo un cambio en los gustos musicales de la época. La tonadilla era una composición métrica acompañada de música que cubría los intermedios musicales de las comedias hasta evolucionar e independizarse como género propio.

La Guerra de la Independencia contra los franceses y los acontecimientos políticos del primer tercio del siglo XIX, dotaron a estas tonadillas del sentimiento patriótico y desgarrado del pueblo español y especialmente del andaluz, lo que la llevó, en la segunda mitad de siglo, a ser representada junto al flamenco en los cafés cantantes, como el Novedades de Sevilla o el Café de Naranjeros, en Madrid. La mezcla de los espectáculos teatrales de principios del siglo XX y la tonadilla de inspiración andaluza, darán lugar al nacimiento de la copla.

Durante los años veinte del siglo pasado, este género crecerá en un clima social de libertad y experimentación artística, en locales repletos de actores, artistas y gente bohemia en el Madrid más novedoso, como el Café de Chinitas, en Málaga o el Torres Bermejas y el Café de Levante, en Madrid.

Intelectuales de la época como Manuel Machado, Mariano Benlliure, Valle—Inclán, Joaquín Sorolla, Santiago Rusiñol o González-Ruano reflejarían en sus obras la devoción por la copla y por una de las tonadilleras más internacionales, Raquel Meller, que popularizaría por el mundo obras emblemáticas como "La Violetera", "El Relicario" o "Flor de té". Es también este momento cuando Encarnación López Júlvez, "La Argentinita", monta sus primeros espectáculos folclóricos bajo la dirección de Federico García Lorca.

La Guerra Civil partiría la copla en dos, al igual que a la sociedad, generando una copla de letras y sentimientos republicanos y otra nacional. Al finalizar la contienda, la copla, reflejo del pueblo, hablaría de emigración, pobreza, hambre, sueños rotos, muerte y amores perdidos… fue su Edad de Oro, en la que destacó sobre todas la figura de Concha Piquer, para muchos la creadora definitiva de este género. De la mano de los compositores Quintero, León y Quiroga, la Piquer lanzó al mundo las coplas más populares de todos los tiempos.

Con el tiempo y los cambios sociales, la copla fue quedando poco a poco arrinconada entre los nuevos géneros musicales provenientes de Europa y que triunfaban entre una juventud española, entregada a la revolucionaria música Pop. Unos cambios que cristalizaron con el legendario concierto de los Beatles en la plaza de toros de Las Ventas el 2 de julio de 1965.

A pesar de los envites del tiempo, la copla sigue viva, y autores tan destacados como Pasión Vega, Miguel Poveda, Mayte Martín, Diego El Cigala, Estrella Morente o el mismísimo Plácido Domingo, reivindican el lugar que merece este género musical, genuinamente español.

El flamenco y la copla, dos géneros muy relacionados entre sí, conforman la esencia musical de nuestro país. Conocerlos y escucharlos es mantener viva la memoria de un tiempo en el que los sentimientos se disfrazaban de letras y melodías que hoy en día, todos, seguimos tarareando.

Raquel Meller (Tarazona, 1888-Barcelona, 1962)

Raquel Meller (Tarazona, 1888-Barcelona, 1962)

Pisa, morena,
pisa con Garbo,
que un relicario,
que un relicario,
me voy a hacer
con el trocito
de mi capote
que haya pisado
que haya pisado
tan lindo pie
— Fragmento de la copla "El relicario", de Raquel Meller


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