Maestro de un genio
juan lópez de hoyos, maestro de un mito
Todos guardamos en nuestra memoria a aquel profesor que consiguió marcarnos positivamente en la infancia y que, de alguna manera, ayudó a forjar las personas que somos hoy. Nuestro “Príncipe de los ingenios”, Miguel de Cervantes, no fue una excepción y siempre guardó en su recuerdo a su maestro, López de Hoyos.
Juan López de Hoyos (Madrid, 1511- 1583) fue humanista, maestro, escritor, sacerdote en la parroquia de San Andrés y el primer cronista de la Villa en el Madrid de la Corte de Carlos I. Estudió en la Universidad de Alcalá de Henares, creada por el Cardenal Cisneros, con una formación internacional impartida en latín y basada en los conocimientos y las reflexiones, en una época en la que el Concilio de Trento marcaba los límites de la educación.
En 1568, Hoyos ganó una oposición como maestro de Gramática en el Estudio de la Villa de Madrid, una vieja institución designada por Isabel la Católica como única escuela en la Villa, y así lo fue hasta la llegada de los jesuitas, que acabaron absorbiendo el Estudio.
Sin embargo, ante todo, López de Hoyos es recordado como el orgulloso maestro de Miguel de Cervantes Saavedra, a quien nombraba en sus escritos como “mi caro y amado discípulo”, cuando este aún no había dado muestras de su talento.
Cervantes llegó al Estudio de la Villa sin grandes conocimientos académicos y fue López de Hoyos quien le preparó para ingresar en la Universidad de Alcalá de Henares. Gracias a él pudo publicar sus primeros versos, entre los epitafios y alegorías para los funerales de la reina Isabel de Valois que le habían sido encargados a su maestro.
Ambos a escondidas, leían a Erasmo de Róterdam, cuyos libros habían sido prohibidos por la Santa Inquisición. Se pueden contar con los dedos de una mano las personas que, adelantándose en el tiempo, supieron ver en el joven Miguel de Cervantes al futuro genio universal de las letras: López de Hoyos fue el primero.
En el solar donde se ubicó el Estudio, en la actual Calle de la Villa, se levantó un nuevo edificio y en su fachada se colocó, a instancias de Mesonero Romanos, una placa conmemorativa del paso de Lopez de Hoyos y Cervantes por el mismo.
A pesar de que las relaciones entre profesores y alumnos suelen estar llenas de desencuentros... ¡pobres de nosotros si no sabemos valorar el papel de nuestros buenos maestros!