Un graffiti galdosiano
antonio mingote, ilustrador de sonrisas
La huella de Antonio Mingote está presente en muchos lugares de Madrid. Sus característicos personajes adornan algunas fachadas y rincones de la ciudad. ¿Te habías dado cuenta?
La Calle de la Sal es una de esas pequeñas calles que desembocan en la Plaza Mayor y que esconde numerosos secretos. Toma su nombre de los negocios de sal que en época medieval había en ella. Se denominó también "Red de la Sal" y en ella este producto se guardaba en un depósito con una gran reja de hierro. Aparece ya representada en el plano original de Pedro Teixeira de 1656.
Gran dibujante, humorista, escritor y académico de la lengua, Ángel Antonio Mingote (Sitges, 1919 – Madrid, 2012) siempre estuvo muy unido a Madrid, donde residió la mayor parte de su vida. No sólo ilustró con sus viñetas el día a día de los lectores del diario ABC durante más de 50 años, sino que dejó su huella en la capital con varios encargos entrañables repartidos por toda la ciudad.
Apasionado de la gente y de la Historia, como él mismo se definía, su obra a pie de calle comparte los paseos del transeúnte observador que se pierde por la capital y no puede disimular una sonrisa cada vez que se topa con una de sus obras en forma de paneles de azulejo, pintura mural o placas de homenaje a negocios centenarios.
En el año 2001, el Ayuntamiento de Madrid le ofreció pintar las paredes de este edificio de la Calle de la Sal, esquina con Postas. Al pasear por esta calle y levantar la cabeza, encontramos unos preciosos murales en forma de trampantojo, en los que personajes de la novela Fortunata y Jacinta, de Benito Pérez Galdós, contemplan a los transeúntes en su camino hacia la Plaza Mayor. Figuras literarias del siglo XIX que se asoman al Madrid del siglo XXI, con el humor y el estilo característicos del dibujante.
En el primer piso, Mingote representa a Benito Pérez Galdós con las dos protagonistas de su novela más conocida y junto al galán de ambas, Juanito Santa Cruz. En el segundo, un matrimonio burgués y un galanteador de señoras, acompañados de un obrero. Las figuras del tercer piso representan un militar golpista y un poeta, ambos rondando a una bella dama. Más arriba, en la buhardilla, los artistas, la vida bohemia y las estrecheces económicas.
Este mural es sólo uno de los muchos regalos con que el entrañable dibujante quiso compensar a una ciudad que le dio todo, dejando para siempre en sus calles una huella imborrable.