Dibujante de sonrisas
Antonio Mingote, genio del humor gráfico
¿Alguna vez se te ha pasado por la cabeza dejar de leer el periódico para desintoxicarte del bombardeo informativo diario? Por si nuestra tarea del día a día no fuera ya lo suficientemente difícil, aderezarla con una dosis de crímenes, crisis económica y desinformación puede resultar insoportable.
Sin embargo, existe una alternativa a renunciar a estar informados por miedo a sufrir. La ironía y el ingenio de un humorista gráfico pueden darle la vuelta a esta sensación de angustia para hacer que siga mereciendo la pena abrir el periódico cada mañana mientras desayunamos. Ese es el objetivo de una profesión en la que destacó, por encima de todos, Antonio Mingote, santo y seña del humor gráfico en la España del siglo XX.
Nacimiento del humor gráfico en españa_
El humor gráfico en España es un producto cultural de la era industrial, surgida en paralelo a la evolución de la prensa escrita como medio de comunicación de masas.
El dibujo siempre había estado presente en la prensa desde el origen de esta, pero la llegada de las llamadas “tiras de prensa” (germen de los posteriores tebeos) a finales del siglo XIX, inauguró una nueva narrativa que caló en la sociedad española convirtiéndose en un motivo más para comprar un periódico y no otro.
Diarios como El Imparcial, El Debate o El Sol fueron dando cabida al humor gráfico como una nota crítica y reflexiva a la noticia cotidiana, mientras sus creadores comenzaban a ser considerados profesionales de un nuevo arte expresivo y comunicador.
Artistas y humoristas gráficos_
Quizá nos sorprenda pensar que artistas de la talla de Isidre Nonell, Juan Gris o Luis Bagaría se iniciaron como humoristas gráficos, integrados en el conjunto de la prensa española como uno más.
Los humoristas gráficos se convirtieron en portavoces de la publicación que los acogía y en una de las señas de identidad del periódico. Este fue el caso de los Chumy Chúmez en Madrid; de Máximo, Peridis y Forges en El País; de Gallego y Rey en El Mundo o del inigualable Antonio Mingote en ABC.
El dibujo frente al horror_
Ángel Antonio Mingote Barrachina nació en Sitges en 1919, en el seno de una familia muy ligada a la cultura: su padre era músico y su madre escritora.
El joven Antonio creció entre Calatayud, Daroca y Teruel. A los 17 años, el estallido de la Guerra Civil le obligó a ingresar en el ejército. Mingote siempre calificó la guerra civil como "lo más horroroso del mundo" aunque fue durante sus años en el ejército, cuando empezó a dibujar.
la llegada a madrid_
Tras intentar hacer carrera militar y abandonar los estudios de Filosofía y Letras en Zaragoza, se trasladó a Madrid. Era el año 1944 y Antonio Mingote se instalaba en una ciudad que ya no abandonaría nunca.
En la capital, el dibujante iniciaría su carrera en la gran publicación humorística del momento, La Codorniz, dirigida por Álvaro de Laiglesia. Allí coincidiría con figuras fundamentales del humor español del siglo XX como Azcona, Ballesta, Chumy Chúmez, Dodot, Forges, Gila, Máximo, Mihura, Summers o Tono, entre otros. Todos ellos conformaron la conocida como “otra Generación del 27”… la de los renovadores del humor contemporáneo español.
Un diario para toda la vida_
El 19 de junio de 1953, Mingote comenzaría una colaboración con el diario ABC, que lo convertiría en icono y estandarte de esta cabecera madrileña. Durante casi sesenta años el dibujante no faltó, a través de sus chistes, a la cita diaria con el lector de ABC.
La viñeta de Mingote se convirtió en un remedio infalible contra las heridas de la actualidad, un bálsamo con el que miles de españoles desayunaban cada mañana y gracias al cual las cosas parecían ir mucho mejor de lo que iban en realidad a juzgar por los titulares del periódico.
Gracias al humor, Antonio Mingote consiguió orientar la libertad y la crítica a la prensa, en una época en la que ambas eran más que un lujo. Cada una de sus viñetas periodísticas conformaba un espejo en el que la sociedad podía mirarse cada día. Desde lo cotidiano a lo más profundo, el dibujante catalán pensaba, nos hacía pensar y robaba una sonrisa a los lectores del periódico.
Académico de la lengua_
Con su genio, Mingote consiguió ganarse a todos los estamentos de la sociedad española, incluso a los académicos, que reconocieron su valía concediéndole el sillón “r” de la Real Academia Española, por una obra que va mucho más allá de sus imprescindibles viñetas. Y es que, además de su colaboración diaria en prensa, el humorista diseñó conmovedores libros ilustrados como Historia de la gente, El conde Sisebuto, Historia de Madrid, Historia del traje, Hombre solo, Hombre atónito u Hombre perplejo… todas ellas joyas gráficas que crearon escuela.
Madrid en la obra de mingote_
Madrid fue un punto y aparte en el universo creativo de Mingote. Y es que, al igual que ocurría en la obra de Benito Pérez Galdós, su amor por la capital le llevó a convertirla en uno de los personajes protagonistas de sus creaciones. Como él mismo afirmaba: “Muchas de las cosas que he hecho se las he dedicado a Madrid”.
Además, el artista catalán realizó numerosas colaboraciones en la capital, algunas de las cuales forman parte de su paisaje urbano y su patrimonio histórico, como el telón con el que se cubrió la Puerta de Alcalá durante su restauración en 1992, las viñetas que ilustran la estación del Metro de Retiro, los trampantojos en los edificios de las calles de la Sal y Duque de Osuna o las placas de suelo que adornan la entrada de los establecimientos centenarios de Madrid.
El retiro y mingote_
Pero si algún elemento destacó sobre todos los demás en la pasión de Mingote por Madrid, ese fue el Parque del Retiro, al que acudía religiosamente cada mañana desde su casa de la Calle de Samaria número 10.
Tal era su devoción por este espacio madrileño que, en 1982, el por entonces alcalde de Madrid Enrique Tierno Galván nombró al artista alcalde honorífico del parque después de que este lo ilustrara en varias de sus viñetas. Fue en el emblemático parque madrileño donde, además, en 2014, dos años después del fallecimiento de Antonio Mingote, se erigía este monumento en recuerdo de quien fuera uno de los vecinos más ilustres y queridos de la capital.
Creador de una obra testimonio histórico de su época, que siempre quedará viva en la memoria de los españoles, Mingote dibujó cada día la realidad de una España cambiante, tanto, que quizá hoy le costaría reconocerla, pero que trataría de explicarnos con su impagable ingenio y cariño, hasta dibujar una sonrisa en nuestras caras.