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RELACIONES DE SUCESOS Y AVISOS: LA TRANSMISIÓN DE NOTICIAS EN LA EDAD MODERNA
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📢 ¡ALERTA!: ¡Unos pescadores hallan un monstruoso pez en el río Sena de París! 16/01/1684.
‼️ ÚLTIMA HORA: ¡La Nao Victoria llega al puerto de Sanlúcar capitaneada por Elcano con solo 17 de los 250 tripulantes que empezaron la expedición! 06/09/1522.
¿Imaginas recibir hoy estos avisos en tu teléfono móvil? Obviamente, esta funcionalidad no estaba al alcance de los madrileños del siglo XVI, pero eso no significa que no tuvieran otros métodos para estar al día de lo que sucedía a su alrededor o incluso a miles de kilómetros.
La transmisión de noticias es un fenómeno tan antiguo como la propia comunicación humana y ha ido evolucionando en métodos y formas hasta nuestros días, desde las primeras reseñas escritas en tablillas de arcilla en la antigua Mesopotamia hasta las notificaciones informativas que asaltan las pantallas de nuestros smartphones.
La aparición de las primeras formas de periodismo supuso todo un hito. No en vano, hablamos de un oficio que ha jugado un papel fundamental a la hora de narrar acontecimientos claves de la historia y presentar a sus protagonistas.
DE LA POÉTICA A LA POLÍTICA: LOS ROMANCES NOTICIOSOS_
Si bien es cierto que el periodismo como oficio es una construcción moderna que se asocia con la actividad informativa de finales del siglo XVIII y, sobre todo, en el siglo XIX, hay muchos e interesantes antecedentes que sentaron las bases de la profesión.
No hace falta remontarnos a Heródoto, considerado por muchos el primer periodista de la historia por sus crónicas de la Antigua Grecia en el siglo V a.C., ni recurrir al Acta diurna populi romani (publicación diaria que podría asimilarse a lo que luego fueron los periódicos), instaurada por Julio César en torno al año 59 a.C. y que además de la actualidad del Senado y sus leyes incluía sucesos y vida social.
Si nos centramos en nuestro entorno más próximo, algunos estudiosos enmarcan en el siglo XV el origen de la prensa en España, al hilo de los romances noticieros y, más en concreto, los romances fronterizos —sobre la clasificación de los romances le debemos mucho a Marcelino Menéndez y Pelayo y a Ramón Menéndez Pidal, pero esa es otra historia—.
Los primeros romances de los que se tiene constancia documental son los que narraban acontecimientos sobre la Guerra de Granada. Estas producciones poéticas no eran sino relatos pormenorizados e informativos, elaborados por romanceristas expertos que componían sus versos poniendo la poética al servicio de la política para llegar con sus mensajes a las clases más populares. Como veremos en repetidas ocasiones, la estrecha conexión entre poder y medios de comunicación no es un mal que afecte solo a nuestros días.
LAS RELACIONES DE SUCESOS, UN EJERCICIO DE PROTOPERIODISMO_
En los siglos XVI y XVII las relaciones de sucesos se constituyeron en un fenómeno editorial en toda Europa como primer producto protoperiodístico real, concebido para informar y entretener a quien con curiosidad se acercase a sus páginas. Las relaciones vieron la luz, por un lado, para dar respuesta a la creciente necesidad de información de carácter comercial, demandada por una burguesía en auge. Pero a nadie se le escapa que detrás, una vez más, existía también un claro interés por influir en las capas más humildes de la población, creando corrientes de opinión.
Las tres ciudades españolas en las que más relaciones de sucesos vieron la luz fueron Sevilla, Barcelona y, desde que Felipe II decidiera instalar aquí la corte en 1561, Madrid. Aunque tardaría décadas en superar a las otras ciudades, la capitalidad de la villa la convirtió en un auténtico nodo productor de eventos y noticias que merecían la pena ser contados.
Generalmente impresas en papel de baja factura y con tintas de escasa calidad, muchas relaciones de sucesos se han perdido por la fragilidad de su soporte, pero queda constancia de un buen número de ellas que testimonian cómo a lo largo de la Edad Moderna fueron el principal vehículo portador de noticias sobre todo tipo de acontecimientos: fiestas y celebraciones de carácter cortesano; autos de fe o canonizaciones de la Iglesia; epidemias; crímenes; modas o, incluso, fenómenos meteorológicos, como los eclipses.
RELACIONES VERDADERAS… Y A LA VEZ FANTÁSTICAS_
La xilografía (impresión con plancha de madera) facilitó la expansión de este tipo de informaciones. Muchas de ellas eran copias de cartas donde se transmitían, por ejemplo, los progresos de las contiendas, novedades del Nuevo Mundo o sucesos increíbles, aunque verídicos, como la historia de Catalina de Erauso, la monja alférez que se hizo pasar por varón para embarcarse rumbo a América.
Otras veces el objeto de la noticia estaba más próximo a lo que hoy catalogaríamos como fake news, pero sin duda captaba del mismo modo la atención del ciudadano de a pie. Podría ser el caso de la «Relación verdadera» (así reza su título) en la que se informa con ilustrativas xilografías del prodigioso huevo que puso una gallina en el Castillo del Santo Ángel de Roma «con una estrella de primera magnitud […] y diez y siete estrellas repartidas por todo su ovalado círculo». Esta relación fue publicada, con licencia, en la calle de los Preciados de Madrid, en 1681.
Parece que, ya que estas “hojas volanderas” no siempre podían ofrecer información de última hora, suplían la falta de inmediatez con contenidos que estuviesen a la altura de las expectativas de un público ávido de entretenimiento y sin medios (ni quizá ganas) de hacer muchas verificaciones. El fact-checking todavía estaba por llegar.
LAS POSTAS, EL ADSL DE LA ÉPOCA_
En la era de la hiperconectividad estamos acostumbrados a recibir a diarios cientos de impactos informativos y podemos enterarnos, en cuestión de minutos, de acontecimientos sucedidos a miles de kilómetros. Pero en la época que nos ocupa las comunicaciones no eran tan fluidas y, cuanto menos, podían pasar semanas hasta que llegasen ciertas noticias.
Como ejemplo, del regicidio de Enrique IV en París, el 14 mayo 1610 no se tuvo constancia en España hasta finales de ese mes por una publicación aparecida en Sevilla. Si las noticias llegaban de ultramar los tiempos se dilataban más y no era infrecuente leer, por ejemplo, que en Lima se había celebrado algún bautizo de abolengo cuando la criatura ya estaba muerta. El correo con el continente americano podía tardar entre 80 y 120 días y eran comunes las muertes de neonatos.
Con todo, podemos señalar algunos hitos en la difusión de las noticias y, en concreto, de las relaciones y de las futuras gacetas, como el establecimiento del Galeón de Manila (con el que se instauraron itinerarios y redes de comunicación y comerciales de carácter oficial) o, más decisivamente, el desarrollo de los servicios de posta —esbozados por los Reyes Católicos, organizados por Felipe el Hermoso con la concesión a la familia Tassis de los correos entre España y Flandes y perfeccionados después en tiempos de Felipe III). Aunque lo normal era que tardasen 6 o 7 días, está documentado que en 1564 una carta tardó solo 2 días en llegar de Sevilla a Madrid (538 km). La ruta Sevilla-Medina del Campo (700 km) solía hacerse en unos 8 días, a una media de unos 78 km/día.
La llegada de la correspondencia se esperaba como agua de mayo. Por eso, no era casual que muchos de los relacioneros madrileños se movieran cerca de la calle del Correo, donde se recibían las buenas (o no tanto) nuevas procedentes de otras latitudes.
LOS MENTIDEROS, LA NOTICIA AL PIE DE LA CALLE_
A través del personaje Paparazzo, el cineasta Federico Fellini acuñó en su película La dolce vita un término con el que hoy todavía se designa a los reporteros gráficos que persiguen a las celebridades. A Fellini siempre le picó la curiosidad al ver cómo trabajaban estos fotógrafos en las calles de Roma y habló con ellos para entender su oficio. Si este director hubiera vivido en el Siglo de Oro español a buen seguro se habría dejado caer por los mentideros de la villa, verdadero epicentro informativo del momento.
Hoy, todo medio de comunicación de calidad que se precie, cuenta con redactores especializados en secciones como política, economía, sociedad o cultura y, los de más prestigio, hasta con corresponsales diplomáticos o reporteros que siguen exclusivamente las andanzas del gobierno, la oposición o la Familia Real. En el siglo XVII todas esas funciones las hacían los relacioneros, que se movían como pez en el agua por los rincones en los que sabían que podían encontrar noticias frescas.
Además de la mencionada calle del Correo, en las Gradas de San Felipe (junto al antiguo Monasterio de San Felipe, en la actual Puerta del Sol) se cocía, informativamente hablando, todo lo relacionado con las armas y asuntos militares. Las noticias del Rey y su entorno se desgranaban en las Losas de Palacio y en torno al Mentidero de Representantes (entre la calle del Prado y la de León) se daban cita artistas, poetas y escritores, lo que justifica que los grandes literatos de la época buscasen sus casas en este barrio de las Letras. Ventas y posadas en rutas estratégicas (como la de Madrid-Sevilla) eran también lugares en los que, si se agudizaba el oído, podía obtenerse buena información.
LOS PRIMEROS PERIODISTAS MADE IN SPAIN_
Aunque la palabra periodista aparece a finales del siglo XVIII y comunicadores hayan existido siempre (en forma de trovadores, juglares o pregoneros), no es descabellado pensar en los relacioneros como primigenios profesionales en el arte de informar, en la medida en que su figura adopta ya muchas de las características que luego veremos en los denominados plumillas.
Algunos sitúan a la cabeza de esta estirpe a Pedro Mártir de Anglería, miembro del Consejo de Indias que en sus más de 800 epístolas dejó buena constancia de las novedades que se producían en América. Pero, en stricto sensu, era italiano. Así que, les atribuiremos ese honor a otros nombres que legaron sus relaciones para la posteridad como José Pellicer de Ossau, Jerónimo de Barrionuevo o, quizá el que más renombre alcanzó, Andrés de Almansa y Mendoza (¿Sevilla?, f. s. XVI – ¿Italia?, 1627).
EL VALOR DE UN BUEN CONFIDENTE_
A Almansa, polemista profesional, que riñó en entre otros con Lope de Vega, Luis de Góngora o Francisco de Quevedo, se le ubica por primera vez en este oficio a raíz de una controvertida publicación en la que, a la vez que hace una relación de las bodas reales entre Ana de Austria y Luis XIII y el príncipe Felipe (futuro Felipe IV) e Isabel de Borbón, critica duramente al Duque de Lerma.
Los estudiosos han identificado 17 cartas y otras tantas relaciones particulares suyas. Por su contenido, con adulaciones nada disimuladas a la gestión de la Corona, y por el tipo de información que ofrece, se evidencia que se relacionaba bien con fuentes de información muy cercanas al poder. El conde-duque de Olivares, el duque de Medina Sidonia o la duquesa de Medina de Rioseco se cuentan entre los que jugaron el papel de garganta profunda como confidentes del Informador. Para la posteridad han quedado, entre otras, su serie de relaciones que produjo en torno al viaje a Madrid del príncipe de Gales en 1623 para tratar su matrimonio con la infanta María, hermana de Felipe IV.
LOPE Y QUEVEDO, REPORTEROS DICHARACHEROS_
Al margen de los conocidos como relacioneros profesionales, a las páginas de estas publicaciones se asomaron, puntualmente, otras voces que a modo de colaboración puntual o como estrellas invitadas pusieron su sello propio. Entre las relaciones de sucesos que conserva en Madrid la Biblioteca Nacional (una de las mejores colecciones del mundo, con alrededor de 4.000 ediciones) hay desde pequeñas piezas anónimas, impresas en hojas sueltas o en pliegos de cordel, hasta firmas de ilustres humanistas como Álvar Gómez de Castro, Juan Cristóbal Calvete de Estrella y Juan López de Hoyos o poetas de la talla de Lope de Vega o Quevedo.
Precisamente, en don Francisco han querido ver muchos otro destacado ejemplo de proto-periodista, además de por sus colaboraciones en relaciones sueltas por el carácter de alguna de sus obras que podría llegar a considerarse como una relación en sí. Es el caso de sus Grandes Anales de quince días que pasaron en un mes, donde el propio autor llama a su trabajo «esta relación» y manifiesta literalmente su pretensión de «informar».
De Lope es recordada su «Relación de las fiestas que la insigne Villa de Madrid hizo en la Canonización de su Bienaventurado Hijo y Patrón San Isidro» publicada en 1622 y donde recogía las comedias y versos compuestos con tal ocasión».
EL QUE AVISA NO ES TRAIDOR _
Una parte esencial de las relaciones de sucesos, con peso propio, fueron las relaciones de avisos. El aviso, un género informativo en sí mismo, reunía la doble función de dar noticia de algún hecho a la vez que se advertía, se prevenía o se aconsejaba sobre algo. Las relaciones recopilaban varios de estos documentos, dando como resultado un producto de más valor.
Muchas redes de avisos privados estaban al servicio de la diplomacia y el comercio de la época, para lo cual era importante contar con un buen sistema de corresponsales, como el que configuró Juan Antonio de Vera y Figueroa (1583-1658), conde de la Roca. Fe de ello podría dar el Cardenal Richelieu, que no en pocas ocasiones vio con irritación cómo este diplomático castellano conseguía que informaciones sensibles llegaran antes a Madrid que a París.
Los títulos de algunas de estas relaciones, además de darnos una idea del alcance de los temas que trataban, evidencian la importancia de las rutas establecidas. Como este que reza:
Avisos mvy verdaderos, qve ha traydo el vltimo correo extraordinario de Flandes. Contienen el daño que los Olandeses han recebido por las inundaciones passadas: la entrada que el exercito de su Magestad ha hecho en tierra de aquellos rebeldes: y la vitoria que quatro nauios de su Magestad tuuieron contra nueue de los mismos Rebeldes. De Amberes a 21 de Febrero de 1624.
SOLDADOS DE PLOMO _
Johannes Gutenberg solía decir que contaba con un «ejército de veintiséis soldados de plomo» (como llamaba a sus tipos móviles) con el que podía conquistar el mundo. Razón no le faltaba. En el último cuarto del siglo XVI, la popularización de la imprenta y el crecimiento urbano propiciaron el desarrollo de nuevos productos editoriales de carácter informativo, como las gacetas, que a su vez alimentaron más y más el interés por estar al día de cuanto acontecía.
Aunque siempre debiera estar al servicio de la sociedad, desde sus comienzos, el periodismo —aunque todavía no se conociese como tal— empezó a ser considerado como un instrumento importante al servicio sobre todo de quienes más poder y riquezas atesoraban. A Hans Christian Andersen se le atribuye el pensamiento de que «La prensa es la artillería de la libertad» pero, tristemente, en ocasiones lo ha sido también de la guerra.